martes, 6 de septiembre de 2011
Afinaciones.
L. pasa por la calle y le habla a la persiana, tiene voz de falsete, de viejecita de cuento. La ventana está abierta y la persiana bajada. También lo hace M. cuando el aroma es de café: "Que olorcito tan bueno" suele decir, con su voz cultivada y llena de rincones. A veces dentro no esta R. , pero cuando está, el diálogo inocuo, trivial, cotidiano va pasando de un lado a otro por las finas rendijas de la persiana, y queda tamizado, fluido, perfecto, sin un solo grumo. Como si los seres humanos estuviésemos hechos sólo de entendimiento.
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