domingo, 13 de septiembre de 2015

Aforismo revisado.

Cuando Dios aprieta , aunque no ahogue, siempre deja señal.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Zona cero.

Oigo a dos hablando de las Fiestas. Según se deduce, les gusta vivir las Fiestas intensamente. "A tope".
Seguramente hay una mayoría con esta pulsión. Por eso los Ayuntamientos se emplean tan a fondo en preparar este gran charco. Saben que la valoración de su mandato depende de este revolcadero público.
Estos dos vienen pegando patadas a los vasos de plástico que ruedan por el solar asfaltado de la plaza. Papeles y botellas con restos de liquidos de un color casi fosforescente abundan alrededor del tablado. Visto a esta hora temprana, el tablado vacio envuelto por la tela morada, las banderitas de plástico tremolando sobre la cabeza, nadie hubiera dicho que aquí anoche hubiese habido tanto oleaje. La multitud y el azote musical: tanta batalla para tan banal despojo.
Oigo decir a los dos extenuados rondadores que las Fiestas o las vives o no las vives, pero que a medias: "¿qué coño es eso de vivir la fiesta a medias?"
Son jovenes. En sus palabras se atisba .cierto resentimiento, como si alguien de la cuadrilla hubiese abandonado el barco antes de que estuviese completamente hundido. Los dos llevan puesta idéntica camisetilla, la de su peña, con el nombre de todos los que se han juramentado para pasárselo bien. Pasarlo bien puede resultar un trabajo demasiado pesado, de ahí la tendencia a recurrir al grupo para solventarlo y  que entre quienes comparten el mismo tajo no haya desertores.
"Las fiestas hay que vivirlas desde dentro". He escuchado esta frase justo cuando nuestras trayectorias se intersecaban. He sufrido un pronto que ha hecho que me pare en seco. Iba a hablarles como el mismo Zaratustra cuando bajó de las montañas. "Yo podría deciros lo que es vivir las fiestas desde dentro". Gracias a dios lo he pensado mejor y he seguido mi camino sin abrir la boca.
Iba a decirles que vivir las fiestas "desde dentro" es una fruslería de aficionados, que cuando se sabe lo que es una fiesta de verdad es cuando vives dentro de su tubo digestivo, y si te toca en el reparto asistir a la función desde el intestino grueso, (no digamos si además es en la porción del recto), eso ya es el acabose.
Como estos dos no tienen por qué saber que mi casa forma parte del recinto ferial, un sitio del que los propios feriantes, una vez colocada la mugrienta chatarra que llaman atracciones y tirados los cables por el suelo, huyen a calles más tranquilas para instalar las caravanas que les sirven de vivienda, he hecho bien, creo yo, callandome. Por menos de nada me habrían mirado conmiserativamente, y habrían creído que les contaba una batallita. A la juventud le gusta inventar el mundo y es lógico que se defiendan de los que, contándoselas, quieran robarles las vivencias que aún no han tenido.
Para no pasar por un viejo chocho y dar algo de fuerza a mis argumentos, cualquier año de estos voy a presentar mi candidatura a personaje egrejio de la localidad (Olivo de Plata), por la abnegación demostrada al servicio de la diversión pública, patrocinada y financiada con alevosía y nocturnidad por los regidores del Ayuntamiento, durante los últimos treinta años.
A ver quién me tose, cuando mi heroica vida de pelo del culo de las verbenas quede avalada por tan prestigiosa condecoración.