domingo, 24 de mayo de 2015

La campaña.

En alguna calle del interior y en las carreteras, sobre todo en las carreteras, señal de que la propaganda va dirigida al transeúnte más que al residente, (las estadísticas deben de indicar que en estos pueblos son más los circulantes que los estables), han colgado pancartas de un tejido tan liviano que el aire que estamos teniendo en este mayo vesánico levanta y enrosca con facilidad.
Sé que estas campañas las diseñan eminentes conocedores del subconsciente humano, y que lo tienen todo calculado al milímetro. No hay más que ver cómo han evolucionado los colores de los tejidos de que están hechas las pancartas, el rojo del socialismo es más rojo que nunca y el azul de la derecha alcanza una palidez que destila inocencia.
Me atreveré, no obstante, a sugerirles para próximas campañas un par de cosas. Primera, que tengan en cuenta el movimiento que han de hacer las pancartas al ser levantadas por el aire. A estas pancartas les iría bien imitar el modo en que volaban las faldas de Marilyn Monroe, no en el sentido literal, es decir que los soplidos hiciesen aparecer en estampa los muslos de la concejala más proporcionada, sino que tuviesen un contenido agradable de observar, un aliciente que despertase nuestra curiosidad, por ejemplo una serie de letras o mensajes que no se viesen cuando el trapo está quieto, pero que formasen frases o palabras bonitas cuando se estuviese agitando. Palabras que se agarrasen al corazón de los votantes y les hiciesen acudir a las urnas perdida su capacidad de raciocinio y ciegos de buenos sentimientos, que parece ser el modo de manipulación más efectivo para pastorear a los pueblos. 
La idea de la pancarta me ha venido a la cabeza recordando un centro comercial de Leganés que vi hace dos o tres años. Los largos pasillos llenos de tiendas estaban adornados con letras de grandes dimensiones y en relieve que formaban palabras como paz, solidaridad, ética, bondad, comprensión, tolerancia, amistad, amor, justicia, equilibrio, dignidad, y así sucesivamente otros muchos anestésicos bienintencionados, parecidos a los que estos últimos días venimos oyendo a mansalva. El centro comercial era un impresionante ejemplo de pornografía idealista dirigida a condimentar al consumidor, que ha de estar saturado de ideas genéricas y deseoso de ser otro, para quedar en su punto. Tal como las campañas electorales van dirigidas al cocimiento a fuego lento de un electorado que aspira con su papelito a cambiar el mundo que le rodea,  o eso que llaman su entorno. Nada menos.
Y en segundo lugar les aconsejaría que las pancartas no se transparentasen, con el fin de que no pudiesen leerse nada más que por la cara buena: VOTA, y no, como ahora ocurre, que puede leerse por la parte de atrás la palabra al revés: ATOV. Esto es lo que yo leo en la tela roja que cuelga a la altura del cuartel de la guardia civil. Y como soy algo distraído y bastante olvidadizo, todos los días sufro el vértigo de encontrarme en otro sitio, y doy en pensar que el Comité revolucionario se ha colocado el tricornio, o al revés, que los tricornios han tomado la iniciativa y han salido a degollar burgueses o, a falta de éstos, a esquilmar campesinos, que es algo por lo que, sin necesidad de que se lo encomiende el soviet, ya han mostrado cierta afición.
Al margen de estos sustos que podamos sufrir los atolondrados, es una descortesía que las pancartas sólo ofrezcan su mensaje a los que vienen en la dirección adecuada, dando la espalda a los que vienen en sentido contrario. Una pancarta para una sola dirección pierde el 50% de eficacia propagandística.

Una cosa buena de esta campaña de mayo de 2015 es que el resto de cartelería, las consignas y los retratos, la hayan colgado de los cables del tendido eléctrico, o amarrado a los postes del alumbrado público. Es un gran avance, una incuestionable mejora, que el futuro alcalde se presente al público colgado, que no pegado a una pared. Más pronto que tarde lo que está colgado acaba cayendo, pero si están pegados lo más habitual es que se queden en la pared decolorándose durante uno o dos años, hasta que aquellas caras sobredimensionadas y retocadas, ya de suyo monstruosas, van teniendo cada vez una apariencia más cadavérica, lo cual produce en el contribuyente el lógico alejamiento de las instituciones. Si cuesta tener que ver a un alcalde vivo, mucho más costará acercarse al ayuntamiento para solucionar cualquier trivialidad doméstica imaginándolo detrás de la mesa con aquella cara de asfixiado que le va quedando en el retrato electoral.
La cartelería de este año, además, es de un tamaño moderado, preparada, creo yo, para ser colocada a la altura de los ojos de los viandantes, sólo que, como los candidatos tienen miedo de situar sus mensajes e imágenes al alcance de las manos de los votantes, no les vaya a dar la tentación de intervenir en la campaña realzando los atributos de los candidatos, modificando los eslóganes o, simplemente arramplando con los cartones para utilizarlos como combustible, pues los han situado a una altura considerable, de tal manera que el mensaje tiene una dimensión de viñeta de tebeo, y en la fotografía del proyecto humano que quiere aposentarse en el consistorio apenas se percibe un amasijo muy borroso que, sin duda, aminora considerablemente la impresión que produciría observar a más corta distancia el posado de este grupo de cincuentones.

Como ya he dicho al principio, este Mayo ni es florido ni es hermoso, ha sido, en sus primeros días, exageradamente cálido, y desde entonces hasta hoy muy ventoso, es decir un autentico especialista en el secado, justo lo que estamos necesitando en desertilandia. Gracias a esta ventilación extraordinaria de Mayo he podido constatar que algunos eslóganes de la campaña, que en un principio me parecieron un poco ni fu ni fa, como suelen ser esta clase de eslóganes,  resultaban muy poco apropiados para nuestro modelo de sociedad. Ayer o anteayer, cuando enfilaba la carretera en el tractor camino del olivar, pude ver que uno de los cartelones colgados de las farolas lo había tirado el aire, habiendo quedado muy bien colocadito, no importa si por la gracia que tuvo en el planeo o porque alguna mano caritativa lo puso de aquella manera, en uno de los bancos de los muchos que hay situados a lo largo de esta vía. Lo gracioso del caso y hasta irónico, si ustedes me apuran, es que esos bancos suelen estar ocupados por viejos viejos o jubilados expres y en la cartela estaban escritos estos tres verbos, uno debajo de otro: “Hacer. Trabajar. Crecer.” El lema del PP. Cuánto me hubiera gustado tirar una foto a los jubilados y al cartel, todos juntos, Pero no ha habido ocasión.
Haciendo cuentas a ojo de buen cubero, la gente jubilada que hay en esta circunscripción debe de estar alrededor de siete a tres de cada diez. Eso si no rozamos el ocho a dos. Con esta situación demográfica, semejante a la de muchos otros pueblos del interior, el eslogan que hubiera venido como anillo al dedo, hubiera sido: "Virgencita, virgencita, que me quede como estoy". Aunque como la campaña está muy avanzada y es tarde para corregir,  la mejor manera de que nadie piense que el mensaje es impropio o poco pensado sería llevar esta línea de actuación del estimulo permanente un poco más lejos. Una manera muy consecuente de hacerlo sería rotular en las puertas de los cementerios aquella pintada famosa que escribieron en la tapia del cementerio de Zamora: “Cabrones, levantaos. La tierra para el que la trabaja”.

El lema del PSOE: “Haremos más” ha tenido gran éxito entre los agricultores, el gremio más pujante en la zona. A algunos agricultores, sobre todo a los viejos agricultores, les encanta hacerse los analfabetos, se fingen más catetos de lo que son para que nadie pueda saber si lo que ignoran lo ignoran de verdad o sólo fingen ignorarlo, así explicado parece un mecanismo psicológico muy complejo, pero se trata tan sólo de una forma muy rudimentaria de camuflaje. Una vez que adoptan este papel, la cosa que más les divierte es crear malentendidos, tomar una palabras por otras, deformarlas, hacer como que entienden lo que no es, y ensartar, llegado el caso, unas cuantas malicias. Muchos rústicos de comedia han sido caracterizados  de esta manera, pero el prototipo es Sancho Panza. Las tretas dialécticas que Sancho pone en juego con Don Quijote tienen plena vigencia todavía entre muchos viejos agricultores.
He de decir que la pancarta con el “Haremos más” está colocada bastante cerca de un taller mecánico, lugar donde la gente del campo suele encontrarse, y la leyenda de la pancarta ha sido muy comentada. Desde el primer momento, en las conversaciones de las que he sido testigo el “haremos” del verbo hacer, ha sido convertido en “aremos” del verbo arar y la catarata de ocurrencias que han surgido  al respecto ha sido incontable. Saludos. Frases sin lógica. Retruécanos. Todo un repertorio de burlas  que puestas en el papel perderían la gracia, pues hay que oírlas con su tono intencionado y garrulo,  metidas entre risas, y acompañadas de miradas cargadas de malicia.

Mayo ha asurado una porción del cereal, y al olivo, en plena floración, lo está maltratando, veremos con que consecuencias. Ha acabado la campaña y no sé a quién votar. Lo que no impedirá que caigan del cielo nuevos ediles, y pasmosos alcaldes. Siempre estoy ocupándome de asuntos colaterales y me despisto. Leo, para intentar orientarme, el episodio del Quijote(II-25) de aquellos dos regidores que salieron a buscar el asno extraviado, propiedad de uno de ellos, y, puestos a rebuznar en campo abierto, para atraer al anlmal, ambos pudieron comprobar que la calidad de sus rebuznos era tal, que cualquiera de los dos podía pasar por un auténtico  jumento. 
Si al menos supiera cual de nuestros candidatos rebuzna mejor.... ¡Qué lástima! Otra campaña desperdiciada. Quizá si no rebuznase tanto... y lo viejo que soy ya para enmendarme.