jueves, 11 de agosto de 2011

Obviedades que conviene recordar.

Un músico, pongamos por caso, aun si quiere enterrarnos en su propia angustia, no puede entregarnos la angustia carcelaria que podríamos encontrar en una chatarrería.
El que tiene un lenguaje debe hacernos entender a través de él, comprender que su superioridad consiste en no poder servirse de otra herramienta. Nunca pensar que renunciar al lenguaje por desesperación es lo que mejor puede expresar esa desesperación. La renuncia al lenguaje no es sino falta de talento.

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