miércoles, 9 de noviembre de 2011

El lenguaje de las flores.

(Nota del uno de Noviembre). Le había mandado R a recoger unos ramos de flores que tenía encargados para llevarlos al cementerio. Él es todavía muy joven y, por tanto, un súbdito de los signos externos. Venía dudando si las flores, portadas por él, no le estarían adornando de un modo inadecuado y hacía todo lo posible para que se le notase su descuido al trasportarlas, de forma que no empañasen su hombría. Cruzaba una plaza, en la que nuestras autoridades han hecho un homenaje a la piedra berroqueña, por lo que podría decirse que atravesaba un mausoleo, si no fuera por el cipote (supuesto rollo) que allí han levantado, cuyo gigantismo retransmite en directo las carencias de sus signatarios; cruzaba, pues, (que me pierdo) por aquel énfasis granítico con las flores en la mano, medio escondidas, algo ladeadas, cuando se ha encontrado con un hombre que le ha dicho:
–¡Qué contenta se va a poner tu novia!
En los pueblos, en este al menos, todavía, y siempre que se puede, se saluda así, con frases que le dan la vuelta a la realidad, y que estan dichas para que nos acompañen un rato. Esta de hoy ha durado lo suyo. A nuestro zangolotino le ha devuelto al instante el buen ánimo y ha venido riéndose a contárnoslo. Sin embargo a nuestras flores no sabía uno cómo mirarlas, ya que, impregnadas por aquella condenada frase, nos hacían pensar en nuestros  muertos como novias. Un absurdo que no he podido borrar de mi cabeza hasta que R  ha regresado del cementerio y he podido preguntarle:
–¿Qué, se han puesto contentos?
Y, claro, ella ha respondido:
–Como novias.
Estas frasecillas pegadizas o se cantan en voz alta o no nos abandonan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario