jueves, 6 de octubre de 2011

Pasadizos, 4.











Ayer iba I en el Metro. No es difícil imaginársela, quizá leyendo esos trabajos que le mandan y que según nos los va pintando se asemejan a los de Hércules. Estudiadita. Colocadita. Con un hombro fuera de la camiseta. Ese hombro que ya tiene curtido e insensible de tanto exponerlo a la intemperie. Pendiente de si misma. No diremos "colgada" por lo mal que suena, siendo cierto que de tan "pendiente" los pies tantas veces no le llegan al suelo.
Cuando, en medio de esa realidad que ella cabalga con la rienda bien sujeta, contempló a un hombre sentado que lucía una camisa semejante a una que yo tengo. No digo exactamente que sea mía puesto que antes fue de E Jr., con él pasó una campaña de aceituna y, conmigo, por lo menos lleva cuatro, por lo que, seguramente, todavía nos sobreviva y pueda vestir a otro. Es una camisa llamativa, de vivos colores y de dibujo horizontal, que parece fabricada con una de esas telas de las que están hechos los ponchos de los indios americanos.
Como si allí mismo, en aquel tren vistoso y pintiparado en el que ella viajaba, se hubiese abierto un agujero, y con sólo mirar aquella prenda, I quedó del todo trasladada a este otro lugar más angosto y polvoriento. Nadie en aquel tren pudo intuir siquiera el largo viaje que estaba haciendo. Ni que a través de aquella camisa ella pudiera estar en dos sitios al mismo tiempo.
A ella la sensación le dejó un rastro de alegría, y para hacernos saber que había estado aquí, mandó un mensaje a mi teléfono. Decía:
–Como tu camisa, ja ja ja.
No logré entenderlo hasta que no ví la fotografía que había enviado acompañando al texto. No sólo era la camisa. El hombre que la llevaba, podía tener quince años menos que yo, de complexión fuerte, moreno, cabizbajo, con el pelo muy corto. Era sorprendente el parecido con mi propia persona, con quince años menos, claro. Cuando hablan de física cuántica, tan incomprensible, debe de tratarse de algo de esto. De la transmigración de los cuerpos. Agujeros por los que vamos de un sitio a otro sin espacio y sin tiempo.

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