En aquella terraza, un hueco
rectangular empotrado en la fachada, estaba colocado el tendedero. Las
distintas capas de ropa colgaban en sucesivos planos paralelos ocupando de
parte a parte todo el hueco de ese balcón interior. Me ha llamado la atención que todas las
prendas allí tendidas fuesen de colores entre rosa y fucsia. Esa gama de colores no
me gusta mucho para ninguna clase de ropa, y por eso seguramente habré reparado
en la monocromática exhalación de aquel tendedero. Por eso, claro, y por otra
desconcertante circunstancia: en aquella casa sólo vive una mujer que siempre va vestida de negro.
martes, 29 de marzo de 2016
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