Las tengo aquí enfrente. El niño chico balbucea y cloquea la
tía, la abuela y la bisabuela. Un corral de gallinas cloqueantes en disputa de
aquella cosa que ha salido del huevo. Suerte que aún le queda juicio a la madre
que cuando escucha al niño decir:
–Tator.
Y al gallinero repetir:
–Tator, tator, tator.
Dice:
–El tractor.
Las gallinas no amainan:
–Ta-ta-tor, ta-ta-tor,
tator, tator.
Como si todavía tuviesen el huevo dentro, o acabasen de
ponerlo.
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