jueves, 22 de octubre de 2015

Apunte del natural.

(20151018). Ella le viene abroncando con un tono muy correcto, nada crispado, diciéndole cómo se tienen que hacer las cosas. Ella es rubia. La melena por el hombro. Mallas negras. Zapato de medio tacón. Tacón que suena. Y una chaqueta de punto bastante larga que oculta unas poderosas caderas. Él está un poco oprimido por la ropa, tiene uno de esos cuerpos enterizos, de lanzador de peso. Va enfundado en un pantalón vaquero en el que no le caben los muslos, lo cual afecta a la longitud de sus pasos, demasiado cortos para su tamaño. Lleva puesta una camiseta blanca con rayas transversales con el número siete a la espalda. El número demasiado pequeño también para el tamaño de la camiseta. Viene empujando un carricoche con un niño chico dentro. Avanzan deprisa. Bajan la cuesta de Tentetieso delante de mí. La cabeza de él rapada a lo militar. En otro tiempo, hace treinta años o así, hubiera pensado que este hombretón obediente era un recluta recién licenciado. Hoy, sometidos a incesante evolución, diría que se trata de un atleta doméstico casado con su entrenador personal.

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